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Todo lo que  no se deberia hacer en una expedición... 
Pero se hace por falta de experiencia

Por Gustavo González (*)

 actualizacion 1 de Octubre 2002

Corria el año 1993. (*)Yo era Socio Gerente del Grupo Qimey-Quipan, una agencia de turismo especializada en organizar salidas de Trekking, Ecoturismo, Turismo Aventura. Todo andaba bien. No ganabamos mucha plata ni tampoco perdíamos. Sólo sobrevíviamos. Un día a mi socio Saúl se le ocurrió ascender una montaña de más de 5.000 m. de altura con un grupo de sus mejores amigos. La idea sonaba interesante y sería, también, una nueva experiencia. Me fui entusiasmando. El cerro a subir se llamaba "El Bolsón" de aproximadamente 5.500 msnm. que forma parte de los cerros más altos de los Nevados del Aconquija, límite natural entre las provincias de Tucumán y Catamarca. Hicimos algunas reuniones y el grupo se fue formando con algunos amigos/as y clientes de la agencia. Saúl sería el jefe de la expedición. Se eligió como período más benigno para la ascención la primavera ya que las temperaturas serían más agradables y se evitaban las lluvias de verano. El viaje duraría una semana ya que a Saúl no le daban más días en su trabajo en la Administración Pública.


 1º error: salir a la montaña con los días contados... sin preveer posibles inconvenientes. Partimos en micro desde Retiro hacia Tucumán. 

2º error: no hicimos ningún entrenamiento ni preparación física en especial. Confiábamos en nuestra juventud y experiencia en Trekking.



 Arribamos a San Miguel de Tucumán. Nos encontramos con Pedro (quien haría el apoyo logistico), Juan y Carlos quienes oficiarían de "guías locales" (guía es un decir ya que los muchachos nunca cobraron nada). Almorzamos. Tomamos otro ómnibus, que pasa por Concepción y sigue hasta Tinogasta, del cual llenamos toda su canasta del techo con equipos y bultos... ¿No serán muchas cosas?. Nos bajamos en el Campamento Educativo Río Cochuna donde pasaríamos nuestra primera noche. Agotados de tanto viaje nos fuimos a dormir sin mucho prolegómeno. 

Primer día: Me despierta un alboroto. Parece que hay problemas... reunión general de todo el grupo. Me entero que el baqueano que iba a transportar todo el equipo nos quiere cobrar como $ 1.000.
¿Está loco?. Es casi un 70% más de lo pactado. Un poco de discusión y la decisión final cae de madura: haremos nosotros de mulas de carga.Este cambio de planes nos lleva toda la mañana en revisar el equipo y la comida para ver que dejamos y que llevamos. Hecha una primera selección cargamos las mochilas, nos ponemos las bermudas, el sombrero para el Sol y las "Alpargatas" (los guías nos habian advertido que el camino era barroso y había que cruzar numerosos arroyos).

 El plan de ascensión era el siguiente: 

el 1º día alcanzar la mítica Laguna del Tesoro caminando por la Selva de las Yungas; 
el 2º día trepar, transitando por bosques de Alisos y Pinos del Cerro, hasta alcanzar los pastizales de altura (en donde se preveía tener los primeros síntomas de apunamiento) y pernoctar cerca de una vertiente en donde tendríamos el agua asegurada; 
al tercer día alcanzaríamos el "Circo Glaciario" y el ambiente Alto-Andino en donde montaríamos un campamento base desde donde intentaríamos atacar la cumbre. En los papeles todo sonaba ideal: incluso pasaríamos por los pisos altitudinales en los que se distribuye la vegetación pudiendo observar los cambios que sufre la misma a medida que ganamos altura. Lastima que cometimos el 


3º error:
no hacer aclimatación.
 

Algunos de nosostros pensábamos que con un ascenso rápido burlaríamos al mal de altura, puna o soroche. Subiríamos. Haríamos cumbre y bajaríamos todos contentos. ¡Mentira!. El cuerpo necesita adaptación. Pedro, con su Jeep, trasladó todas las mochilas hasta un puesto cerca del límite con Catamarca. Nosostros tomamos el micro que va hasta Tinogasta. Luego de serpentear por un camino de cornisa que trepa la montaña y algo mareados nos bajamos del micro pasando el límite interprovincial teniendo buena parte de la subida del 1º día ya hecha. Descendemos por una huella hasta un puesto en donde nos esperan las mochilas. Si bien vamos bastante cargados el sendero no presenta dificultades técnicas. Hay muchos caminitos y todos llevan a la Laguna. Del barro ni que hablar: ¡esta todo re-seco! También... hace meses que no llueve. Además, a los arroyos se los puede cruzar facilmente por puentes precarios de troncos. Seguimos ascendiendo alternativamente por valles en donde la vegetación selvática está toda marchita y muy seca o por el cauce pedregoso de los arroyos. En un momento observamos como la ladera de un cerro era quemada y al rato estábamos charlando con los lugareños causantes del incendio. ¿Cómo explicarles que estas quemas son perjudiciales para el ambiente...? que la deforestación...? que el efecto invernadero? si ellos ven que quemando crecen pastos tiernos para sus animales. Por fin, al atardecer, llegamos a la Laguna del Tesoro: su nombre deriva de la creencia que los indigenas, al huir de los conquistadores, arrojaron sus riquezas al fondo de la laguna. A pesar de las numerosas expediciones de buceo que exploraron la misma, nunca se encontró nada. No obstante los reflejos brillantes que se observan en el espejo de agua siguen alimentando la leyenda. Montamos campamento cerca de un puesto con corrales y muchos caballos y recorremos un poco el área. Fogón bajo techo. Charla... y a dormir. Segundo día: A medida que el Sol asciende va iluminando paulatinamente todo el flanco occidental de los Nevados del Aconquija. Las cumbres aparecen borrosas, envueltas en una nube muy tenue. No parecen nubes comunes sino que deduzco que son nubes de hollín y polvo provenientes de las quemas constantes de porciones de selva y de las chimeneas de los ingenios azucareros. Las distancias aparecen inmensas... inconmensurables. Por suerte hemos conseguido dos nuevos baqueanos con sus caballos. Llevarán parte del equipo más pesado y el resto lo cargaremos nosostros. Nuevamente hacemos una selección de comida: 

4º error: hemos traido comida como para una excursión de trekking y no para una expedición de alta montaña

De este error nos daríamos cuenta más tarde. Carlos, uno de los guías, apunta una frase fatídica: _ "Lleven una cantimplora cada dos personas porque en el trayecto hay mucha agua". Pienso un poco, dudo... pero ante la posibilidad de cargar menos peso le hago caso.

 5º error: en alta montaña la deshidratación es mayor por lo que hay que beber aproximadamente 6 litros diarios. Ovbiamente no teníamos experiencia y esto no lo sabíamos. 

Partimos. Cruzamos un primer arroyo y seguimos ascendiendo lentamente por el "pedemonte". Atravesamos un único bosque de Quenoa (árbol autóctono en peligro de extinción). Las imágenes son deprimentes: árboles talados, otros están siendo utilizados como postes para alambrar un sector y sólo unos pocos permanecen en pie. Ahora cambío la pendiente: es mucho más empinada por lo que hay que subir en zig-zag siguiendo un sendero. El ambiente va cambiando: pastizales que se van entremezclando con los alisos. Más arriba un bosque de alisos totalmente quemado. ¡Urgentemente se necesita un Parque Nacional en esta zona!. El bosque se acaba y da paso al pastizal. Descansamos. Comemos algo y estamos de muy buen ánimo. Lástima la bruma que no permite la buena fotografía de los valles. Llegamos a un primer filo y la vista hacia arriba sigue brumosa. Continuamos ascendiendo. Los guias locales nos suguieren a cada rato ir despacio, frenar el ímpetu. Yo no les hago mucho caso. Estoy confiado y me siento bien.

 6º error: no hacer caso al que tiene mayor experiencia. Los baqueanos apuntan que unos metros más arriba hay una zona de Puna. 

Eduardo es el primero en palmar: dolor de cabeza y cansancio físico. Monta en un caballo que lo transporta hasta el primer campamento.Acampamos en las cercanias de un arroyo... que por supuesto está muy seco. Una primera señal de alarma que el de la frase fatídica se había equivocado. Por suerte los baqueanos van en busca de una segunda vertiente para traer agua. Cocinamos y nos hidratamos sin problemas. A la noche cada uno a su carpa salvo los baqueanos que arman su cama con los recados de los caballos. 

Tercer día: Amanece con una pequeña nevisca. Los sobretechos muestran sus marquitas blancas. Entre las nubes que se disipan aparece una cumbre. _ ¡Guauu!!. Parece el ShishaPangma... nos alucinamos creyendonos en los Himalayas. Desayunamos. El ánimo es de los mejores. Hoy los baqueanos nos acompañarán hasta donde puedan. Aducen que más adelante el terrenos tiene muchas piedras y estas pueden lastimar a los caballos. Bueno... mejor que nada es. El ascenso continúa. La mochila no tan llena y cada uno con sus propios pensamientos marcha en silencio. Las distancias son enormes. Como nunca me imaginé. No estamos en Sierra de la Ventana ni en la Coordillera Patagónica... estamos en el Aconquija... en el norte argentino. Trato de ponerme metas cortas. Caminar hasta la otra piedra. Seguir hasta la proxima pirca... y así sucesivamente. Desgraciadamente sigo muy confiado en la "no puna" y camino rápido. No hay senda pero el pastizal es ralo y la subida es constante pero no empinada. Por fin, cerca del mediodia alcanzamos la vertiente: apenas unos hilitos de agua y una vegetación herbácea muy verde los rodea. No se puede ni siquiera cargar las cantimploras apoyando la boca de estas contra la piedra. Con un papel aluminizado de un chocolate improvisamos un pequeño vertedero para así cargar nuestras vacias cantimploras. Ahh... que rica el agua. La garganta seca vuelve a refrescarse... los labios partidos se humedecen con la fresca agua. Tomamos una cantimplora tras otra para hidratarnos bien. Hay que acumular mucha agua porque no sabemos donde hay más. El cuerpo vuelve a hidratarse y volvemos a orinar. También regresa el hambre. Comemos... creo que una latas con pate, papitas "Pringles" salamines y una mini picada. 

7º error: mala alimentación: muchas grasas dificiles de digerir y pocos hidratos de carbono. 

El envase de Pringles sirvió como segunda cantimplora. Lo bueno es que el agua transportada en él me aportó sales. Ya a la tarde arribamos hasta el punto donde los baqueanos deciden regresar. Descargan las pesadas bolsas de arpillera y repartimos entre todos las nuevas cosas para cargar. Vemos que todo no entra y decidimos dejar bastante comida. Marcamos el lugar con una gran pirca para recoger todo a la vuelta. Seguimos la marcha. Juan nos anuncia que más adelante tenemos otra zona con Puna. Parece mentira pero me empieza a doler la cabeza (primer síntoma del apunamiento). Como ya es tarde y es tiempo de acampar decidimos descender varios metros con el objetivo de descansar mejor. Bajamos directamente por la ladera hasta una quebrada y volvemos a ascender al filo de enfrente donde hay un pequeño sector plano donde montamos las carpas. No hay agua. Mientras montamos con Aparicio mi carpa "made in casa" el "guía de la frase fatidica"anuncia que está apunado, que le duele la cabeza y que esto ya lo vivió... que ya sabe como es y que para qué vivirlo de nuevo... En pocos minutos prepara su equipo y se manda a mudar. La situación es la siguiente: estamos bien aunque algo cansados (sobre todo las dos chicas del grupo). Con un guía menos pero muy deshidratados. Empezamos con Aparicio a racionar el agua. Nos queda media cantimplora de 1,5 litro y esta debe aguantar hasta cuando lleguemos al agua... mañana por la tarde. Hoy me toca cocinar a mi. No recuerdo si prepare algo caliente tipo sopa o fideos o, para ahorrar agua, comimos comida fría (latas). El tema que al no beber tampoco tengo hambre y si uno no se alimenta tiene menos energía. 


8º error: en una salida de alta montaña se debe comer aunque no se tenga hambre. 

Cuarto día: El objetivo de hoy es llegar al "circo glaciario" que ya se divisa. Para ello debemos seguir subiendo por el filo hasta alcanzar las nacientes de la quebrada, cruzarla, y así sucesivamente, con las siguientes quebradas... siempre en dirección norte. Y bueno, un nuevo día comienza, habrá que caminarlo casi sin agua. Con las mochilas cargadas seguimos avanzando... siempre en silencio, tratando de ahorrar energías. Paramos a almorzar. Decidimos hacer sopa para hidratarnos pero no tenemos agua. Derretimos nieve mezclada con pasto y tierra. El resultado es una sopa asquerosa, turbia y con sabor a quemado. El esfuerzo y la falta de agua van minando mi ánimo. Voy refunfuñando y protestando. Para colmo la ladera es muy empinada y debemos faldearla. Como no hay sendero un pie va más elevado que el otro y el riesgo de torcedura aumenta. Diviso un caminito usado por los guanacos. Sugiero al guía ir por ellos ya que caminariamos con menor dificultad y, además, van en el sentido hacia donde nosostros vamos. El guía no me hace caso. Decido separarme y hacer la mia. 


9º error: separarse del grupo. 

Alcanzo un caminito y... aleluya!! Se camina barbaro. Igualmente no me alejo demasiado del grupo y mantengo contacto visual. La cabeza se me parte y el dolor no cede con aspirina. También ya no sudo más ni tampoco orino. Debo ya estar en el síntoma tres de puna. Hasta tomo agua que se acumula en las oquedades de las piedras. Mi mente tampoco me acompaña ya que desafío abiertamente cada decisión del guía y protesto por los lugares por donde nos hace ir. Siempre parece que hubiera un lugar mejor. Luego de mucho caminar casi llegamos al circo. En él la naciente de un río. El agua corre por debajo de un angosto y largo planchón de nieve. Nos avalanzamos sobre el líquido elemento hasta artarnos. El guía decide seguir un poco más. Yo protesto: este es un excelente lugar para acampar. Plano, cerca del agua y... ni bola. Sigue caminando y todos lo siguen. Pienso armar la carpa acá ya que ya no doy más. Recapacito y hago el último esfuerzo con la mochila para no separarme del grupo. Ya casi de noche montamos el soñado campamento base en una pequeña hondonada. Para buscar agua hay que trepar y luego descender por un acarreo de piedras. Para regresar al campamento hay que hacer el trámite inverso. Pensar que en el otro lugar todo esto no se haría me pone muy mal y sigo aislándome del grupo y protestando. Estoy realmente molido, apunado y encima tengo que hacer esfuerzos para buscar agua. Con movimientos muy lentos y pausados realizo la operación "agua". No hay ánimo para cocinar. Tengo hambre y decido prepararme una sopita "Quick" doble. No quiero esperar hasta la hora de comer. Quiero hidratarme e irme a dormir lo antes posible. Para colmo tengo que luchar contra el maldito calentador "Coleman": hay que bombear como 100 veces para que el aparatejo tome presión y a cada rato se apaga. ¡Que calentador de porquería!!. Me voy a dormir. Me cuesta conciliar el sueño. Escucho a mis compañeros de expedición comentando sobre mi apunamiento... y que no voy a llegar. En mi interior me pongo la meta de alcanzar la cumbre cueste lo que cueste. Medito sobre esto toda la noche y no puedo dormir. Mañana es el gran día.

 

 



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